Esta página presenta los aspectos teóricos que contribuyeron, en primer lugar, a plantear el proyecto, y posteriormente a establecer sus objetivos, metodología y resultados esperados. Para ello se estructuró un marco teórico basado en investigaciones previas realizadas por académicos en diversas partes del mundo, y que aborda los temas propios del proyecto en tres niveles:
Primero, establecen de modo amplio la relación entre el Diseño como disciplina y la afectividad humana. En segundo término abordan de modo más específico la relevancia para el Diseño de una definición de las cualidades expresivas de los diversos materiales, y en tercer lugar, la determinación de estas en la madera, incluyendo su percepción, sensaciones y valoraciones afectivas.
Esta información puede ser consultada también en el artículo:
Jacob-Dazarola, R.; Venegas, M.; Donoso, S. (2019) “Hacia una caracterización experiencial de la madera como material para el Diseño de Productos.” Legado de Arquitectura y Diseño v. 14, n. 25, p. 62-71, oct. 2019. ISSN 2448-749X. URL: https://legadodearquitecturaydiseno.uaemex.mx/article/view/12033
Para comprender cabalmente este proyecto resulta importante conocer previamente algunos aspectos teóricos respecto a la disciplina del Diseño y Desarrollo de Productos, y en específico del enfoque denominado de modo amplio como Diseño emocional (Desmet, 2002; Jordan, 2000b; Norman, 2004; Van Gorp & Adams, 2012). Dicho enfoque hoy en día ha ganado profundidad y complejidad, expandiendo sus límites mucho más allá de solamente el estudio de las emociones, para enfocarse también en el diseño para el bienestar y la felicidad de las personas, las experiencias significativas, la afectividad humana, la percepción, los sentidos y también las emociones que las personas experimentan en la relación e interacción cotidiana con los productos, objetos y por ende con los materiales que los conforman.
Este enfoque del Diseño se ha desarrollado ampliamente a partir de la fundación de la Design & Emotion Society en 1999, así como de la publicación sostenida de investigación propia del área en revistas científicas de gran impacto en el campo del Diseño. El objetivo no es, al contrario de lo que se suele pensar, mayores ventas, sino contribuir a determinar la configuración morfológica, material, cromática, etc. de futuros productos, experiencias y servicios más enfocados en los usuarios, más satisfactorios, significativos y “humanos”. Ello contribuye también a generar ciclos productivos más lentos y naturales, al potenciar el apego de las personas a sus productos, extendiendo los tiempos de vida útil y posponiendo el recambio acelerado e innecesario que a menudo promueven hoy en día la industria y la publicidad.
Para el logro de lo anterior, este enfoque del Diseño, entre las muchas direcciones que ha tomado, ha analizado los procesos neurológicos del cerebro humano (Hummels, Djajadiningrat, & Overbeeke, 2001; Scherer, 2000), ha determinado métodos para la medición de sus respuestas emocionales (Desmet, 2006; Ortíz Nicolás, Aurisicchio, & Desmet, 2013), ha generado herramientas para la inserción de estos métodos en la empresa y en los métodos propios del diseño de productos (Jacob Dazarola, Martínez Torán, & Esteve Sendra, 2012; Schütte, 2005; Stappers & Sanders, 2003) y también ha analizado con una nueva mirada, no sólo dedicada a las propiedades físico-mecánicas, los materiales con los cuales los productos son creados (Ashby, Shercliff, & Cebon, 2007; Ashby, 2004; Karana, Pedgley, & Rognoli, 2013; Karana, 2009; Rognoli & Levi, 2004) siendo ésta línea específica en la que el presente proyecto se inserta.
Cuando los diseñadores y fabricantes desarrollan nuevos productos, el proceso de selección de materiales considera factores que no corresponden solamente a sus aspectos técnicos. Si los productos van a ser utilizados por personas en directa interacción con ellos, serán entonces valorados en todos sus aspectos. Aun cuando cumplan adecuadamente su función básica y sean “útiles” no serán bien considerados si no generan una relación a un nivel más profundo con los usuarios. Para Karana, Hekkert, & Kandachar (2009) cuando se caracteriza un material, es decir se establecen las propiedades que lo hacen único y distinguible, así como sus aplicaciones y usos más recomendables, las funciones básicas y capacidades técnicas juegan un rol importante, pero el rol clave en la preferencia de los usuarios por un producto u otro corresponde al diseño industrial y a las cualidades estéticas (Ashby & Johnson, 2003; Hekkert, 2006; Van Rompay, 2005).
El análisis de los materiales bajo estos enfoques ha permitido establecer y clasificar las características sensoriales de tipo físico como rugosidad, textura, color, temperatura, etc. y comprender como afectan la percepción de las personas (análisis sensorial aplicado a productos de consumo) (Fenko, 2010; Prada Molina, 2011). Pero también ha ido más allá, hacia las denominadas originalmente propiedades emocionales o también intangibles (Karana & Van Kesteren, 2006), metafísicas (Ljungberg & Edwards, 2003) o Cualidades Expresivo-sensoriales (Rognoli & Levi, 2004), definiendo cómo los materiales afectan la percepción de la calidad, cómo se establece el carácter y significado de cada material (Karana et al., 2013; Ostuzzi, Salvia, & Rognoli, 2011), a comprender como cada material determina en gran medida la impresión emotiva que un producto genera en las personas (Karana & Van Kesteren, 2006), y particularmente a escoger el mejor material para cada producto considerando parámetros que exceden el análisis tradicional de las propiedades puramente productivas y físico-mecánicas (Ashby, 2008; Van Kesteren, Stappers, & de Bruijn, 2007).
Este tipo de análisis ha cobrado importancia creciente en el mundo del Diseño, y por ejemplo las mayores bibliotecas de materiales como Material ConneXion, MaterialDistrict o MaterFAD, o influyentes sitios como el blog Hello Materials ya han incorporado en alguna medida a sus fichas de materiales y artículos este tipo de características.
La existencia de métodos concretos en esta área, como el MDD (material driven design) (Karana et al., 2015) y de herramientas especializadas para realizar evaluaciones de este tipo como el toolkit propuesto por Camere & Karana, (2018) han resultado ser aportes valiosos en la búsqueda de una caracterización multidimensional de los materiales: Por una lado aquella de tipo físico-mecánica o “técnica” y por otro la tipo experiencial (como la denominan las mismas autoras), que integra aspectos vinculados a las emociones, la percepción, la cultura y la interacción sensorial entre otros.
El reciente concepto de «cualidades expresivas de los materiales», que será el utilizado en el marco de este proyecto, aborda entonces las dimensiones emocionales, semánticas, afectivas y sensoriales de los materiales que conforman los productos. Más allá de su utilidad práctica, valor económico o características físico-mecánicas los materiales están cargados de significados, representando y transmitiendo los mensajes que los diseñadores plasman en los productos que desarrollan.
Actualmente existe suficiente evidencia académica (Ayala-Garcia & Rognoli, 2017; Karana, 2016; Karana, Barati, Rognoli, & Van Der Laan, 2015; Karana, Hekkert, & Kandachar, 2010; Karana, Pedgley, & Rognoli, 2014) para sustentar la posibilidad cierta de establecer las características experienciales de un material especialmente notable en este aspecto como la madera y con cierta independencia de los productos a los que pueda ser aplicada posteriormente. El enfoque Material Driven Design (MDD) plantea que estas características, del mismo modo que la dureza o la resistencia, corresponde a información relevante que los diseñadores evalúan para tomar decisiones de diseño en sus procesos creativos.
La madera no está ajena a las consideraciones mencionadas, más allá de su dureza, peso, resistencia, flexibilidad, posee patrones de veta determinados, coloraciones y tonos diversos, se percibe más cálida y cercana que otros materiales, se asocia con trabajo artesano, tiene tradición y envejece bien, los objetos de madera ganan valor cuanto más tiempo existen pues es un material que posee personalidad (Ashby & Johnson, 2003; Karana & Hekkert, 2010; Karana et al., 2013). Se atribuye a la madera una cierta condición de nobleza, elegancia y seriedad que otros materiales no poseen, sin embargo, no todas las maderas son valoradas de igual forma, y por ello, se hace necesario un proceso de caracterización, que defina con mayor precisión cuales son aquellos atributos de los cuales surgen estas percepciones, y un proceso de valoración que permita comprender los niveles e intensidades de las diversas lecturas que los usuarios tienen del material y los motivos de dichas diferencias. De manera más específica cabe preguntarse entonces cuál es la valoración perceptual y emocional tienen las diferentes especies madereras utilizadas en la fabricación de productos, y como, producto y material se potencian y afectan mutuamente (Bumgardner & Bowe, 2002).
En estudios realizados en otros países sobre estas características (Nicholls, Donovan, & Roos, 2004; Nicholls & Roos, 2006; Roos, Donovan, & Nicholls, 2005) se evaluaron, por ejemplo, las preferencias del consumidor estadounidense en el mobiliario para cocina construido con madera de Aliso Rojo americano, la especie más frecuentemente utilizada para dicho fin y se comparó con otras cuatro especies (Roble Rojo, Cerezo, Nogal Duro y Arce).
Este tipo de estudios han sugerido que el público tiene un cierto conocimiento de las especies madereras utilizadas en la fabricación de productos, pero que éste no suele ser muy preciso, por otro lado, han establecido que muy a menudo se asocia el nombre de ciertas especies con características que predisponen de forma positiva su valoración.
En estudios realizados con un énfasis diferente, Bowe & Bumgardner (2003) hallaron que en las evaluaciones basadas muestras físicas los participantes tendían a calificar las maderas basándose en la coloración general: las maderas más oscuras tendían a ser evaluadas como más caras y elegantes mientras que las especies de colores más claros tendían generalmente a ser vistas como más baratas. De modo similar, se ha encontrado una relación entre descriptores positivos y el color de la madera cuando se aumenta el valor amarillo o rojo del espectro (Masuda & Yamamoto, 1988).
Para iniciar un proceso de caracterización de las maderas nativas que defina estos aspectos en el contexto chileno debe considerarse además que la evidencia establece que dicho contexto no puede ser separado de la experiencia del usuario. En países de tradición maderera, con grandes extensiones de bosques y políticas de replantación y explotación responsable como los países escandinavos, la madera es considerada un material barato comparativamente con otros, y su valor percibido disminuye en el público común (Ljungberg & Edwards, 2003; Toivonen, 2011) frente a materiales como la piedra y el concreto, sin embargo, en zonas más mediterráneas la madera comienza a variar su percepción y puede ser considerada lujosa como material de construcción.
En estudios relativamente recientes (Ito, Nakamura, & Masuda, 2006; Masuda, 1992) se postuló que la variabilidad natural de la madera en cuanto a color, veta, nudosidad superficial, etc. induce diferentes sentimientos psicológicos en los individuos, y esto es particularmente diferente entre culturas, por ejemplo, en Japón los nudos son vistos como defectos y la gente los asocia con madera barata. En general la gente en Japón prefiere madera lisa y la asocia con descriptores como “pureza”. Al contrario, en Europa y Norteamérica los productos de madera que contienen nudos tienen un mercado amplio y están asociados con las palabras “natural” y “rústico”. Aun así, existe un límite, y hay una preferencia universal por una cierta homogeneidad visual de las superficies de madera (Høibø & Nyrud, 2010).
El nivel de los productos escandinavos supera todos los estándares de calidad, generando una base de conocimientos en estos países agregando valor desde el Diseño. Un componente clave de esa base de conocimiento ha sido el valor emotivo y sensorial del material, sus significados, y el posterior desarrollo de productos basados en la percepción que las personas tienen sobre los mismos (Jonsson, Lindberg, Roos, Hugosson, & Lindström, 2008; Mynttinen, 2009) conociendo en profundidad las preferencias específicas de las personas sobre colores, texturas, tipos de madera y sus acabados, etc. (Bingen Sande & Nyrud, 2008; Broman, 2000, 2001). Estas experiencias han sido replicadas en EE. UU. y Canadá (Bowe & Bumgardner, 2003; Bumgardner & Bowe, 2001; Rice, Kozak, Meitner, & Cohen, 2006) también grandes productores y transformadores de la madera, y reenfocadas en las especies nativas. Cabe entonces plantear que con una adecuada identificación los factores diferenciadores específicos sea posible lograr resultados positivos en nuestro país de forma gradual, considerando las diferencias de idiosincrasia y contexto.
El bosque nativo chileno posee diversas especies endémicas que lo hacen único en el mundo, además posee especies nativas con características propias, algunas de estas especies son: Alerce, Araucaria (actualmente prohibida su explotación), Avellano, Canelo, Ciprés de las Guaitecas, Ciprés de la Cordillera, Coigüe, Espino, Laurel, Litre, Lenga, Lingue, Mañío, Olivillo, Petra, Radal, Raulí, Roble, Tamarugo, Tepa, Tineo, Ulmo.
En el norte del país la flora se caracteriza por estar mayormente constituida por “formaciones xerofíticas”, en la zona centro-sur y en especial desde la región del Maule, con su peak en las regiones de la Araucanía y Los Lagos, comienza a extenderse el denominado bosque nativo (Bosque nativo, 2015; CONAF, 2013a). Este bosque al año 2013 poseía un total de más de 13.500.000 de hectáreas considerando la totalidad de las especies, representando un 82% del total del suelo boscoso nacional (versus el 17% correspondiente a las plantaciones forestales con uso comercial que de acuerdo a las últimas cifras disponibles del Instituto Forestal, al año 2013 las plantaciones forestales chilenas cubrían una superficie total de 2.447.591 hectáreas, de las cuales el 60% corresponde a la especie Pinus radiata, seguida por Eucalyptus globulus con 23% y Eucalyptus nitens con 10,1% (Anuario Forestal 2015, 2015)). Para promover su utilización sustentable, el año 2008 se promulgó la Ley N° 20.283, sobre Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal, con el objetivo de proteger, recuperar y mejorar este bosque, asegurando así sustentabilidad forestal (CONAF, 2013b).
El uso más común de las especies madereras introducidas utilizadas comercialmente en Chile corresponde a madera para construcción y productos de bajo valor estético como postes, rodones o incluso pulpa o chips, por otro lado la utilización de maderas nativas, en especial Lenga, Roble y Coigüe, parte mayoritaria de la producción nacional, a partir de la ley promulgada el año 2008 ha comenzado a centrarse en piezas de revestimiento interior, mobiliario y otros productos que aprovechan de mejor forma las cualidades expresivas y emocionales de estas especies al permitir un contacto directo con los sentidos humanos.
Aun considerando lo anterior y pese a la existencia de diversos estudios que caracterizan y evalúan las propiedades físico-mecánicas (Anuario Forestal 2015, 2015; CORMA, 2007; Karsulovic C., Gaete M., & León G., 2000), la definición y valoración de éste tipo de aspectos son prácticamente inexistentes en Latinoamérica y en Chile, siendo la iniciativa más cercana al tema la valoración de nuevas posibilidades (llevada a cabo mediante ingeniería Kansei o afectiva y la herramienta Diferencial semántico) de recubrimientos para tableros en base a madera de pino radiata realizada en Chile, en la Universidad del Bío Bío por Alarcón & Di Bartolo (2013) y Briede W. & Alarcón (2012). Otra aproximación tangencial al tema es el estudio previo realizado por Karsulovic C., Gaete M., & León G., (2000) sobre las maderas nativas como material para construcción de instrumentos musicales, donde son valoradas propiedades sensoriales relacionadas con el sonido y la audición y se establece una selección de especies en base a su disponibilidad en el mercado.
Para Chile entonces, donde el bosque nativo es tan rico en especies y donde casi la mitad del territorio posee dichas especies, el potencial que ello representa para una disciplina como el Diseño es enorme. Por ello, un mayor conocimiento de estos atributos apenas explorados, a la vez que vinculados estrechamente con el significado, el territorio y el patrimonio natural de país surge como una manera clara de contribuir, desde el Diseño, a generar esta relación de interacción entre personas, objetos, materiales y contexto, posicionando a la vez la disciplina del Diseño como parte clave de los procesos de desarrollo objetual.
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